Idos

Idos

Liberty City, la megalópolis más avanzada, poderosa y temida. Liberty City, el paraíso caído. Liberty City, la cuna de los Idos.

Liberty City significó el inicio de la construcción de las Megalópolis. Comparada con otras de estas urbes cuyo tamaño era tamaño gargantuesco, los muros de esta solo rodeaban a la antigua ciudad de Nueva York y una pequeña parte de su geografía cercana. Sin embargo, que sus dimensiones no llamaran a engaños. Fue la urbe que empezó su existencia con un grado de tecnología más avanzado, por lo que llegó con rapidez a la cúspide de su evolución dentro de los muros herméticos que la protegían. Y no ha dudado en usar la fuerza contra otras Megalópolis cuando lo ha estimado oportuno, llegando incluso a aniquilar a los países vecinos de Cuba y Venezuela ya durante su construcción, al considerarlos amenazas latentes para su seguridad futura. Y borrando del mapa a la Megalópolis de Maple Leaf City, cuyo único error fue estar construida demasiado cerca. Liberty City, la destrozó con dos devastadores ataques termonucleares antes de que su ejemplo de sociedad comunisto-hippioide calase en alguna otra urbe.

Sin embargo, dentro de la megalópolis las cosas eran mucho menos interesantes. Los habitantes de Liberty City estaban libres de cualquier trabajo o meta vital. Todo estaba automatizado, programado, previsto y cubierto de forma mecánica por el consejo gobernante para que los habitantes simplemente tuvieran que disfrutar de sus vidas. Pero una sociedad ociosa, hastiada y sin metas, se convierte en una sociedad decadente, apática y peligrosa. Cada vez era más común el encontrarse a habitantes realizando actividades extremas que les aportaran algún tipo de emoción a su vida. Deportes de riesgo, maratones sexuales multitudinarios, peleas clandestinas a muerte… El problema empezó a ser tan grave, que el consejo  decidió acondicionar la antigua isla de Manhattan como una suerte de cárcel-manicomio-reserva para encerrar allí a los reincidentes y los considerados casos perdidos, vallando todo su perímetro. Era un lugar sin guardias ni cuidadores, donde los encerrados tendrían que arreglárselas en una especie de micro-sociedad aislada dentro de la propia Megalópolis. Este lugar pasaría a ser conocido como Isla Carpenter.

Pero cuando parecía que el problema empezaba a estar bajo control, la Ambrosía, una droga psicotrópica de diseño muy potente, irrumpió en esta sociedad como una bola de demolición. Su origen es incierto y desconocido, pero hay quien dice que fue introducida en la megaurbe por un agente externo interesado en su caída.

Su expansión fue meteórica, ya que en principio conseguía justo lo que esta gente necesitaba. Esta droga potenciaba de alguna manera los sentidos, haciendo que sus consumidores volvieran a experimentar sensaciones. Una reunión entre amigos volvía a ser sinceramente divertida, el sexo ya no era una rutina, tus aficiones te llenaban de gozo, la simple sonrisa de tu hijo iluminaba tu vida… Pero su efecto no era muy duradero y el vacío emocional que provocaba su ausencia era terrible. Y no solo eso, con su uso continuado, cada vez requería de acciones más extremas y terribles para seguir notando sus efectos. El que disfrutaba con el sexo empezó a necesitar el BDSM, de ahí a incluir auténtica violencia, para acabar con la necesidad de torturar y asesinar para llegar a excitarse. La ciudad empezó a llenarse de psicópatas asesinos, torturadores, caníbales… Es difícil describir las auténticas brutalidades que empezaron a ser cada vez más habituales en la urbe. Al principio estos actos eran esporádicos y secretos, y durante la mayor parte tiempo los consumidores de Ambrosía parecían gente común, pero con el tiempo les era más complicado mantener una máscara de normalidad hasta que ya eran incapaces de reprimirse en cualquier circunstancia.

Con las fuerzas del orden desbordadas, el mantenimiento desatendido y la población en un estado permanente de paranoia o locura extrema, la ciudad cayó en una total anarquía. Los consumidores de Ambrosía, conocidos ahora como los Idos, fueron formando grupos que asesinaban, violaban y mutilaban a todo aquel que encontraran a su paso. Los grupos más fuertes, que cada vez estaban más alejados de la humanidad, arrasaron a los más débiles. Es imposible describir con palabras los horrores que sucedieron durante esos meses. Pero con todo el caos y destrucción sucedió algo lógico, y es que finalmente la Ambrosía empezó a escasear. Los antiguos suministradores estaban muertos o habían huído y la percepción de la realidad de los Idos estaba ya demasiado alterada como para trabajar en un laboratorio para crear más. Aún así, entre sus filas surgieron los cosechadores, que fueron capaces de conseguir un efecto parecido, aunque menos duradero, extrayendo líquido directamente con el líquido del hipotálamo de sus presas. Cuanto más aterrorizadas, más potente es el efecto.

Fue en ese momento, una vez que Liberty City se había convertido en una ciudad destrozada, y que ya no había entre sus muros nuevas víctimas ni desafíos, que el terror de estos despojos salvajes, con sus mentes arrasadas por la Ambrosía se abrió paso hasta el Páramo. Ironías del destino, dentro de los muros de Isla Carpenter, libres de la influencia de la droga, y totalmente aislados del exterior, parece que no se vieron afectados.

Organización

Los Idos deambulan ahora por la zona de Puentechatarra, donde han encontrado una nueva remesa de víctimas que satisfagan sus trastornados deseos y de los que extraer nuevas dosis de esta Ambrosía.

Pero hay algo más preocupante. Aunque desde el exterior pueden parecer una panda de dementes que se mueve siguiendo simplemente sus instintos, poco a poco han ido formando algo parecido a una sociedad. En la cúspide está la conocida como Madre, por la que los demás sienten una especie de devoción casi divina, y que para temor de todos, parece que tiene un plan para sus “hijos”.

Aunque los grupos de Idos no son demasiado numerosos, ya que en la propia Megalópolis la mayoría se exterminaron entre ellos, por increíble que parezca están “reclutando” a nuevos miembros para sus filas. De vez en cuando, al arrasar algún asentamiento dejan vivos a algunos de sus habitantes y les obligan a observar todos los horrores que cometen con sus conocidos y familiares. Después son torturados, vejados, violados, y a la vez obligados a hacer actos terribles. La mayoría acaban suicidándose o convertidos en unos cascarones balbuceantes, pero en unos pocos su mente cambia y pasan de ser presas a depredadores, pasando a formar parte de los Idos.

Además, no se sabe si debido a las condiciones mutágenas del Páramo o a la nueva manera de conseguir Ambrosía, algunos de los Idos han empezando a transformarse, como si la bestia que llevan dentro se manifestara también en el exterior convirtiéndolos en bestias de pesadilla.

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