Relato: La última bala

Un nuevo relato escrito por otro de los usuarios del foro, en este caso CRS666. Si es que tenemos una comunidad que no nos la merecemos.

La última bala

Duncan ya llevaba siete días en el desierto buscando chatarra sin excesiva suerte. Mientras caminaba sin rumbo entre las dunas, su única distracción era manosear esa bala que era lo único que había encontrado en todos estos días, esa bala que mercadearía en Puentechatarra por una botella de Cienfuegos, aunque de ese famosos licor no tenía mas que la etiqueta. Se le daba ese nombre porque hace años encontraron enterrado en el desierto un container entero de tequila Cienfuegos y una vez que la peña zascandó el cargamento utilizó los envases para embotellar sus propios licores. La receta varía mucho dependiendo de la zona, además de que a cada uno le gusta darle su toque personal. En realidad es un brebaje a base de destilado de aguardientes caseros, estramonio y en algunos casos incluso gasolina o ácido de batería. Un veneno que ha matado a mas de un incauto y dejado ciego a otros tantos, pero qué demonios, de algo hay que morir. En algunas bandas la prueba de iniciación consiste en superar una borrachera de Cienfuegos, después de eso la vida en el Páramo no parece tan dura.

Duncan se enganchó cuando era solo un piltrafa y ahora rondaba ya los cuarenta. Ya le parecía estar sintiendo el fuego en su interior recorriéndole la garganta, cuando el viento arrastró un extraño cántico o retaila que lo sacó de su fantasía.

Siguió por curiosidad el ruido y ocultándose tras un montículo pudo ver como un par de pochos daban una paliza a un pobre desgraciado. La victima, un chaval que no tendría más de quince años estaba encogido en el suelo para protegerse de los golpes. Uno de los pochos no paraba de darle patadas mientras el otro lo golpeaba con lo que parecía un enorme fémur mientras aullaba incansablemente como un mantra «Beat on the brat beat on the brat beat on the brat with a baseball bat Oh yeah oh yeah uh-oh beat on the brat beat on the brat …»

Si no intervenía el mocoso no aguantaría mucho mas, no tenía mucho tiempo para decidir si gastaba su ultima bala.

Finalmente sacudió la arena de su vieja escopeta que hacía meses que no usaba, la cargó, respiró hondo y despidiéndose de la botella de Cienfuegos apretó el gatillo. El disparo reventó el hombro de uno de los pochos cuando se disponía a golpear de nuevo y tanto el brazo como el hueso que portaba salieron volando mientras el mutardo caía desplomado.
El otro pocho se giró hacia el origen del disparo y Duncan le apuntó con su descargada escopeta, esperando que su farol funcionara. Y así fue porque salió pitando. Duncan se acercó al muchacho que seguía inmóvil y le dijo: -Tranquilo piltrafa, todo ha pasado.

El chaval recogió el hueso del suelo y usándolo de improvisada muleta se acercó cojeando al mutardo agonizante que aun permanecía en el suelo y le arrancó el jiron de tela que cubría su pecho en que se leía «Gabba gabba hey» y se lo ató al cuello a modo de trofeo.
El muchacho, que al parecer era mudo, tiró del brazo de Duncan para que lo siguiera y después de media hora andando se puso a cavar con sus manos hasta dejar al descubierto un enorme arcón de madera. Al abrirlo los ojos de Duncan casi se salieron de sus órbitas, en su interior había un arsenal, munición como para armar a un pequeño ejercito y montones de chatarra de la buena. Se lo ofreció a Duncan por haberle salvado la vida, pero este decidió no aceptarlo, era demasiado. Al parecer ese escondrijo era su «pequeña reserva», por lo visto el chaval era mucho mejor buscador de chatarra que él. Cuando le preguntó como había encontrado todo eso se limitó a cerrar los ojos, señalarse la nariz y olfatear como si fuera un perro.

Duncan hacía mucho que no pertenecía a una banda, pero el Páramo no es un buen lugar para estar solo, así que pensó que acoger al muchacho podía ser provechoso para los dos y cogiendo una bala del cajón dijo:

-Vamos socio, una botella de Cienfuegos nos esta esperando y quizás un cuarto de hora con Madeleine, la mutante con tres pechos.

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Un comentario

  1. Me gusta el cienfuegos y me encanta la mutarda de 3 tetas. Al final tendremos que hacer la miniatura. 🙂

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